Más Información
Siento tus dedos en mi lencería cuando tus labios regresan a los míos.
Me jalas un poco. Mis nalgas quedan al borde del tocador. Mantengo el equilibrio con las manos y porque tú sostienes mis piernas. Tu beso es apasionado. Jalas mi lencería con tus dedos y sale sin dificultad.
La haces bolita en tu puño y la llevas a tu cara. Pones mi lencería en tu nariz e inhalas hondo. Sonríes y dejas caer el calzón al suelo. Tus manos, nuevamente en mis muslos, aprietan.
Separas mis piernas. Mi vulva queda expuesta. Te arrodillas. Metes tu cara entre mis piernas y, nuevamente, respiras profundo. Sonríes y sueltas un lengüetazo, luego otro. Me comes el sexo deliciosamente.
Tu boca, tus labios, tu lengua. Sabes exactamente lo que haces. Meto mis manos en tu melena, aprieto tu nuca y te ruego que no pares. Cuando estoy teniendo un orgasmo, recuerdo la primera vez que escribí sobre ti aquí. ¡Qué rico!
Cuando estoy contigo siempre termino olvidando que eres ciego.
Te pones de pie. Bajas tu bragueta, tomas un condón de la bolsa de tu camisa, te lo pones y la metes en mi vulva empapada. Chillo de placer. Te mueves riquísimo.
—Nos vemos pronto —te digo cuando me despido, luego me doy cuenta de mi metida de pata y me pongo roja, pero no te das cuenta. Me despido con un beso, esperando que llames pronto.
Hasta el jueves, Lulú Petite