LA GUÍA DEL SEXO
“¿Tú comes parada?”, así es como se usa el piropo y el albur en insinuaciones sexuales
(Foto: Unsplash)
El albur como expresión del lenguaje es un juego de palabras que esconde un doble sentido que hace referencia a temas sexuales, como por ejemplo cuando alguien quiere decir que desea tener sexo con una mujer, pero ella no quiere y en su lugar dice: “Yo loco, loco y ella loquita”.
Esta forma de expresión si bien no es utilizada para ligar como tal, sí es una forma de expresión en la pareja para hacer insinuaciones sexuales. En realidad lo que se usa para ligar, para atraer a una persona al terreno amoroso y sexual son los piropos, recurso que usa el lenguaje para expresar el deseo prohibido, de manera muchas veces anónima para causar halago o escozor en una persona.
Ya sea porque nos movió las ganas de decirle con un lenguaje metafórico que nos gusta algo de ella, el piropo puede ir desde lo más lisonjero hasta lo obsceno, lo morboso y sobre todo, lo totalmente sexual, por ello es común que se confundan entre sí albures con piropos.
El piropo, aún en su forma de silbido (el de fiu fiu) pertenece a esa parte del lenguaje que habla de lo sexualmente prohibido, que no nos atrevemos a decir de manera explícita. Decirle a una persona que nos llama la atención en la calle que “me excita tu figura ”, resulta atrevido y agresivo, pero si se le dice al pasar que “están cayendo ángeles del cielo”, resulta halagador.
Pero decirle a una persona con quien no se tiene una relación sexual definida “me das una mano amiga” o “¿tú comes parada?” es alburear y puede no ser una actitud bien recibida al no existir una relación íntima entre ambos, ya que una hace referencia a la masturbación y la otra a la felación.
De aquí que el albur, pese a ser uno de los recursos lingüísticos más socorridos en el lenguaje popular mexicano, no sirve en realidad para atraer y conquistar a una persona pero sí para hacer insinuaciones sexuales como parte del juego erótico de la pareja, lo que les crea una complicidad que resulta benéfica para la relación.
Esto es porque se ponen en juego dos cosas importantes: para poder alburear hay que ser creativos y rápidos mentalmente lo que siempre resulta divertido para el ser humano, y compartir diversión ayuda al apego en la pareja porque nos hace sentir conectados y alegres.
Por otra parte establece códigos que sólo son accesibles entre la pareja, como un código secreto ya que ellos albures van más allá de los ya sabidos y comunes, lo que genera una complicidad entre ambos que alienta la intimidad de la relación.
Sin embargo, el uso excesivo de los albures puede ser contraproducente, de ahí que usar albures en la relación es una forma de medir los límites de lo permitido entre ambos.