“Un gran médico, que lo hace exquisito”, por Lulú Petite

Querido diario: Estaba alegando con un cliente. Es un chavo al que atiendo desde hace poco, pero que me llama a menudo y es muy divertido. Es médico y, hay que admitirlo, coge delicioso.

Me tenía con las piernas abiertas, recargada en la cabecera de la cama, con sus dedos manipulaba mi vulva, mientras su lengua estimulaba mi clítoris con lamidas pacientes y precisas. Me encantan los hombres que saben comerse mi sexo.

Se arrodilló en la cama a un lado mío, sacó su miembro y me lo puso en la cara para que le vistiera el condón. Lo tiene larguísimo y delgadito, con una cabecita rosada y en perfecta forma de champiñón.

Se la chupé un buen rato hasta que me pidió que me pusiera de perrito. Volvió a lamerme la vagina antes de empalarme exquisitamente.

Apenas terminó y corrió a ducharse. Tenía que irse al hospital. Es neurocirujano y siempre está muy ocupado.

—Y, ¿cómo ves el Ómicron?; le pregunté para hacer conversación.

—Lulis, la única certeza que tenemos es que el bicho llegó para quedarse y, sin bajar la guardia, tendremos que aprender a vivir con él.

En los últimos años llegamos a ver con más desconfianza a quien tosía en público, que a quien se le escapaba un gas.

Aprendimos a reconocer sonrisas en los ojos y a vivir cubiertos de la nariz al pescuezo. Tantas familias vivieron duelos, crisis, quebrantos. Ya, al menos, cerró 2021, este nuevo año viene con esperanza.

—¿Esperanza de qué?

—De que hayamos aprendido algo —dijo sonriendo antes de despedirse.

Hemos aprendido. La mayoría nos hemos vacunado y seguimos las recomendaciones, con la ilusión de que el año que comienza podamos al fin recobrarnos y vivir sin miedo.

Hasta el martes, Sígueme en Twitter: @LuluPetite2022