RELATOS ERÓTICOS
“Un macho velludo, como me calienta”, por Lulú Petite
(Foto: Archivo, El Gráfico)
Querido diario: Mario es un tipo alto, de pecho y abdomen velludísimo. Me tenía agarrada de los tobillos y con las piernas recargadas en su pecho. Me penetraba con lujuria moviéndose como si me quisiera atravesar con su miembro.
Antes de metérmela, estuvo un rato encima de mí, chupándome los senos. Tiene una manera tan juguetona de comerme los pezones que me pone muy cachonda. Bajó por mi abdomen distribuyendo besos y lamidas en mi piel, hasta llegar a mis muslos y separarlos con delicadeza.
Metió su cabeza entre mis piernas y comenzó a comerme el sexo. Lamidas suaves en mi clítoris, mientras sus dedos hurgaban por mis labios.
Se incorporó, tomó un condón y se lo puso. Me agarró por los tobillos, los levantó, me besó un pie mientras acomodaba su miembro en la entrada de mi raja, se metió de golpe y comenzó a moverse, mirando como mis pechos rebotaban en cada embestida.
De pronto estiró los brazos mientras gemía profundamente, casi ahogándose. Y levantando mis nalgas en el aire, colgando de mis tobillos en sus manos, me metió su miembro hasta el fondo y sentí como inyectaba su simiente llenando el condón a tope. Su gemido de placer fue tan intenso que me hizo estremecer.
— ¡Qué delicia!; dijo cuando se desplomó a mi lado, aún con el condón puesto.
— ¿Te limpio?; le pregunté sacando de mi bolso las toallitas húmedas.
— Mejor acaríciame la espalda; respondió como no queriendo saber de nada. Apenas comencé a tocarle la espalda, se quedó profundamente dormido. Hasta roncaba.
Lo medio desperté para avisarle que me iba a duchar, cuando estaba a punto de terminar la hora. Me despedí y él seguía roncando, con el condón puesto en un pene ya flácido.
Me fui dejándole un beso en la frente. Al fin, había pagado por adelantado.
A la mañana siguiente recibí un mensaje suyo: “Voy despertando, gracias por todo. Había tenido una semana pesada. Dormí riquísimo.”
Hasta el jueves, Lulú Petite