Tengo en la memoria los pretextos más comunes de las mujeres que aprendieron a olvidarme. Y también un inventario de caricias que dejaron antes de marcharse.
"Juré no llamarte en las madrugadas, ni quedarme en silencio al otro lado del teléfono. Me juré no extrañarte demasiado, pero hasta en eso he fallado. Juré serte leal hasta con el pensamiento, pero la mente me está traicionando y empiezo a serte infiel con tu recuerdo”.