Educación sexual en las escuelas para los niños
Una de las polémicas actuales en el mundo entero está en saber hasta dónde llega la responsabilidad de las escuelas en la educación sexual de los niños, tanto en el aspecto de enseñanza como en la prevención del abuso sexual.
De acuerdo al Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, Unicef, la escuela (de cualquier país, pues la educación sexual está considerada un derecho humano universal) no solo brinda conocimientos pertinentes y científicos vinculados al cuerpo, a la reproducción y a la afectividad, en ella se debe enseñar sobre las diferencias de género, los derechos de hombres y mujeres, así como las diferentes maneras de vivir y expresar la identidad sexual de cada quien.
Lo ideal, de acuerdo al organismo, es que la educación sexual en las escuelas se haga las primeras etapas, desde el jardín de niños pasando por la primaria acorde a los intereses y edades de los niños y niñas, para lo cual se debería tener el apoyo de sexólogos capacitados enseñando, además de sus maestros pues la escuela debe colaborar socialmente para que el ser humano en formación reciba educación sexual integral, es decir, que aprenda a respetar la diversidad de opiniones, haciéndole conocer sus derechos a expresarse y brindándole la información necesaria para tomar las decisiones personales que influirán en su vida, lo cual incluye no solo saber decidir por el uso de anticonceptivos y saber de enfermedades, sino de aprender a consentir o no una relación emocional, física o erótica bajo reglas de respeto.
En este sentido, la labor de la escuela, sin violentar el derecho que cada madre y padre tiene de darle o no educación sexual a sus hijos, y del ejemplo recibido en casa, es un espacio donde en comunidad se deben aprender las reglas de convivencia entre sexos, el respeto a la identidad de género, la equidad, la igualdad, la diversidad familiar, pues es el camino para proteger a los menores de la violencia y promover que valoren de manera positiva su cuerpo, su bienestar y salud.
Y es justo, uno de los deberes más grandes de las escuelas el enseñar y promover la equidad, bajo la certeza de que un hombre y una mujer, un niño y una niña, no son iguales. Pero esas diferencias deben ser respetadas pues el derecho a la igualdad, implica que —valorando estas diferencias— las oportunidades en la vida así como las obligaciones no dependan del sexo de la persona.
En las escuelas, la sexualidad se puede desarrollar sana si promueven climas de respeto y confianza para que fluya la comunicación y el diálogo, lo que a su vez llevará a hablar del la sexualidad en un tono amplio y abierto, pero sobre todo respetuoso, además una de la grandes ventajas es que en ellas es donde el ser humano tienen un enorme entorno de intercambio de experiencias y de expresión de emociones, sentimientos, dudas, inquietudes, que promueven de forma natural los aprendizajes y permite al ser humano apreciar diferentes puntos de vista, aumentando las posibilidades de respetar los derechos de todos.