Uno de los puntos polémicos en las parejas actuales, de cara al feminismo, la equidad y la igualdad son el uso de las reglas de etiqueta. Éstas sirven mucho para cuando hay un cortejo en puerta pues demuestran el nivel de educación que tiene una persona, que son los primeros indicadores del trato que se puede esperar de ella. También son útiles para la sana y respetuosa convivencia entre quienes se tienen cariño, como los amigos y familiares. Cuando un hombre invita a salir a una mujer, él paga la cuenta.
Lo mismo ocurre si ella es quien invita. Si solo son amigos, pueden pagar la cuenta a la mitad, previo acuerdo y en este caso, después de que uno de los dos ha revisado el monto total, le anuncia al otro su parte y se ponen de acuerdo en cuanto a la propina. La etiqueta más formal, pide que sea el varón quien revise la cuenta.
Si un hombre invita a una mujer a un restaurante, bar, cafetería etcétera, como parte de un cortejo, él paga, pero si y ella realmente desea demostrar su independencia financiera, al momento de la invitación es cuando deben ponerse de acuerdo y no a la hora de pagar; por ejemplo, es mejor pedir de antemano al camarero que divida la cuenta, o bien, ofrecerle con antelación al hombre pagar la propina.
Según las reglas de etiqueta, la mujer al participar en la selección de los platos, elige primero, como una cortesía. Un error común que cometen las mujeres es decirle al hombre: “Elige a tu gusto”, “Para mí, lo mismo que tú” o frases de este tipo, es mejor preguntar: “¿Qué aconsejas que ordene?” El hombre, en este caso, es quien le dice la orden al camarero, pues ella es su invitada. Otro error en las citas es elegir los platos más baratos, aunque lo haga como una consideración para el otro, pero esto puede percibirse como una insinuación de insolvencia económica. Pero tampoco se debería pedir los más costosos, pues se puede causar una impresión equivocada, como de abuso. La persona al emitir la invitación debe contemplar pagar por lo menos el monto medio.
Cuando el mesero trae una botella de vino, el hombre no debe abrirla y servir la bebida él mismo: esa es la tarea del mesero. Pero sí se puede servir sin su ayuda la segunda copa. Primero el hombre llena la copa de ella y luego la suya. En el momento de la cuenta no refleja buenos modales por parte de una mujer pasarle al hombre dinero, o preguntar: “Y, ¿cuánto es?”.