en ocoyoacac
Mugre ahuyenta a paseantes de Laguna de Salazar, en La Marquesa
Encargados del lugar comentan que turistas también son responsables de arrojar basura al agua
(Foto: Claudia González | El Gráfico)
Claudia González
La contaminación en la Laguna de Salazar no sólo provocó la muerte de los patos y una inusual convivencia de esta fauna con la basura, sino una baja en el turismo que llega a esta parte del Ejido de San Jerónimo Acazulco, en los límites con Lerma, donde se ubica la laguna que se supone debería ser un atractivo para quienes atraviesan por la ruta que conecta la Ciudad de México con Toluca, pero que se convirtió en un muladar.
La nata espesa de aceite y mugre, combinada con pet, bolsas de aluminio y envases de refrescos que arrojan los visitantes es lo primero que observan los visitantes, que responden a los letreros ofertando viajes en lancha en este cuerpo de agua.
Los dos mil ejidatarios que laboran en la renta de caballos, cabañas, restaurantes y la zona ecológica se encargan de la limpieza del lugar y de la seguridad; forman brigadas que patrullan las 350 hectáreas que componen la zona de La Marquesa, el sitio turístico aledaño a la carretera México-Toluca, de donde subsisten cientos de familias de esta región.
Pierde atracción. Heces de caballos, pasto seco y una fuente que enmarca la escultura de Las Alas, del artista Jorge Marín, y que fue inaugurada apenas en 2016 como una atracción para los paseantes, ese es el paisaje en este tramo donde las familias se supone que pueden pasar el día en atracciones como los Go Karts o Gotcha.
Algunos de los ejidatarios indican que es su responsabilidad limpiar la laguna, pero se justifican porque no cuentan con la maquinaria correspondiente para dragar y liberar el lugar de basura; aunado a ello, dicen que los turistas son los responsables de arrojar basura al agua y en las zonas de asadores, que tarde o temprano llegará al cuerpo de agua.
Durante la última temporada de lluvias, dijo, se multiplicó de forma importante la cantidad de lirio, lo que impidió retirar aún más la suciedad del lugar; además, en diciembre los muchos visitantes abonaron a ensuciar.
La escultura de Las Alas, que mide 10 metros de altura y pesa una tonelada, está ubicada en una pequeña explanada que conecta con el paisaje a donde acuden familias, sobre todo con niños pequeños, con el fin de poder realizar paseos a caballo.
En 2017 fue menor la visita de familias esta zona, pues a partir del sismo en septiembre hubo varios meses en que no llegaron turistas, pues al parecer la baja económica impactó en la mayoría de quienes consideran este lugar como una opción para pasar el fin de semana o un día de campo.