El día que Lulú Petite se metió a la cama con un abuelito de 70 años

Querido diario: Don Pablo es de Oaxaca y cumple 70 años en diciembre. Es alegre, dicharachero y hace rico sexo. Nos vimos hace una semana, recién aterrizó su vuelo de Los Ángeles en la Ciudad de México. 

Me dio un beso y me dijo cosas bonitas mientras sus manos traviesas me iban quitando la ropa. Me llevó a la cama y, allí, abrió mis piernas y comenzó a comerme el sexo. Lo hace bien. Estaba empapada cuando me vine. Sólo entonces se puso un condón y me la metió. Lo hace delicioso para su edad.

Desde chamaco se fue a vivir a Estados Unidos. Era apenas un morrillo cuando emigró sin papeles y sin conocer a nadie, pero con ganas de salir adelante. 

En su pueblo no había futuro y él estaba decidido a ser alguien. Comenzó lavando coches de puerta en puerta. 

Trabajó como hormiga, ahorrando cada centavo. Finalmente, puso su propio autolavado. El negocio prosperó y abrió más sucursales.

En sus 20 se casó con María. Ella era gringa, de padres mexicanos. 

Su trabajo le dio estabilidad, el matrimonio le dio ciudadanía, el amor le dio tres hijos y los hijos le dieron nietos. Desde que tiene pasaporte, cada año viene a Oaxaca y pasa semanas en su pueblo. Puso negocios acá, todos para que su pueblito crezca y menos morritos tengan que cruzar el río para ir a lavar coches al lado gringo. María murió hace cinco años y, desde entonces, conozco a don Pablo.

Me hizo el amor riquísimo. Abrió mis piernas, entró y comenzó a moverse perforándome las entrañas, mientras sus manos acariciaban mis tetas y jugueteaban con mis pezones. Se vino riquísimo y luego se tumbó a mi lado a contarme sus historias.

Después de hacerme el amor, le avisaron que ya había llegado su chofer, el que lo iba a llevar a su pueblito de Oaxaca. 

Dice que ahora todo ha mejorado allá y él ha puesto su granito de arena. 

Es un buen hombre, como Alex, de quien te conté el martes. Sí. Tengo clientes que son maravillosas personas.

Hasta el martes, Lulú Petite.