"Con cariño para Lulú" Por Lulú Petite

El viernes me habló un cliente como a eso de las siete y media de la noche. Estaba cenando con David, mi exnovio y excompañero de la escuela...

Lulú Petite
Viral 08/10/2013 05:03 Lulú Petite Actualizada 06:00
 

Querido Diario:

El viernes me habló un cliente como a eso de las siete y media de la noche. Estaba cenando con David, mi exnovio y excompañero de la escuela, ¿lo recuerdas? anduve con él hace tiempo, pero todo se fue al carajo cuando se enteró, por accidente, cual era mi negocio. Seguimos viéndonos y hemos ido logrando restaurar nuestra amistad. Ahora que los dos estamos en trámites para titularnos y ya no nos vemos todos los días como en tiempos de la escuela, nos encontramos más o menos seguido con el pretexto de la titulación. La verdad es que, como amigo, siempre lo he querido bien y disfruto cuando tenemos chance de vernos.

Aunque ya sepa qué onda con mi doble vida, siempre lo he mantenido al margen de este rollo y no me gusta tomar llamadas de trabajo frente a él, así que me levanté de la mesa y, con discreción, le dije al cliente que me desocuparía a eso de las nueve de la noche. A las once había quedado de ver a Iván, pero si trabajaba de nueve a diez, alcanzaba a llegar a mi casa para pasar un ratito con mi novio.

-Me llamas cuando estés en la habitación- le dije al cliente, para regresar a mi conversación con David.

-¡Ok! Así quedamos- Contestó antes de colgar.

El cliente se llama Thomas -con hache- (me lo aclaró desde la primera vez que nos vimos). Es un buen cliente, con quien tengo historias divertidas. Es un hombre de cincuenta y tantos años, delgado, bajito, cabello cano y ojos muy azules. Es un tipo guapo, cuidadoso al extremo de su apariencia, buen conversador y espléndido amante. Me gusta cuando me llama, no sólo porque coge rico, sino porque me la paso bien y siempre me hace reír.

A las nueve en punto llegué a su cuarto. Tenía puesto un CD con música de sus tiempos, luces tenues, un cigarro y una copa de ron con agua mineral. Entré y lo saludé con un beso cariñoso. Tiene labios suaves, de besador experto. Con una mano en su pecho y la otra en su nuca, cerré los ojos y volví a probar su boca.

Puse mi bolsa en el tocador y lo miré sonriendo.

-Te traje un detalle- me dijo y tomó de entre sus cosas una bolsa de papel. Era un libro. Él es el autor. Francamente me sorprendí. En los años que tenemos de conocernos no me había dicho que escribía. Le pedí que me lo dedicara y prometí hacer lo mismo cuando tuviera el mío.

Después de platicar un rato sobre tan interesante novedad, volvimos a los besos. Él, como de costumbre, se quitó la ropa con cuidado y la dejó perfectamente acomodada en el tocador. Yo también me desnudé. Antes de acostarnos, se acercó a mí por la espalda y poniendo la mano en mi abdomen, acercó su erección a mis nalgas y, después de darme un beso tierno en la parte posterior del cuello, me susurró al oído un par de piropos cachondos. Sentir su aliento tibio en mi oreja, me calentó la sangre e hizo que un escalofrío me recorriera el cuerpo hasta provocarme unas cosquillas entre las piernas que exigían ser calmadas por ese miembro rígido que se restregaba contra mis nalgas.

Ya en la cama estuvimos un buen rato besándonos. Thomas tiene labios suaves y un aliento agradable. Sabe besar y eso me gusta. Entonces le dije que se dejara consentir, que me lo comería a besos. Se acostó boca arriba y yo, acariciando suavemente con mis senos y dedos partes de su cuerpo, comencé a distribuir besos en su cuello, su pecho, su vientre, sus piernas, le puse el preservativo y me llevé su sexo a la boca. Me quedé un rato haciéndole sexo oral, él me puso una mano en la nuca, me acariciaba y me pedía que siguiera, lo estaba disfrutando.

Después del oral me monté en él y comencé a cabalgarlo, primero despacio y cadenciosamente, sazonando el movimiento con besos y caricias suaves, después a todo galope, lo monté bravía con su erección entrando y saliendo de mí en cada sentón como de un una jinete decidida a ser la primera en la meta. Tuve un orgasmo que no pude ni quise disimular.

Después cambiamos de posición. Me cogió de misionero, volvió a besarme y se movía con suavidad, pero con un ritmo constante que de nuevo me puso a mil. Después lo hicimos con las piernas en sus hombros, de cucharita y terminamos de a perrito, con sus manos en mi cintura dirigía el ritmo con el que me jalaba hacia su cuerpo para hacerme suya. Se vino riquísimo.

Seguimos platicando. Para cuando me di cuenta, ya eran las diez cuarenta. Había quedado de ver a mi güey a las once, así que corrí a la bañera, me duché lo más rápido que pude y me despedí de Thomas exigiéndole –a modo de broma- que debíamos hacer esto más seguido.

Llegué a mi casa justo a tiempo. Apenas estaba tocando base cuando sonó el timbre. Era Iván. Bajé a recibirlo y subimos a mi depa. La idea a esas horas era ver un rato la tele, como pretexto para quitarnos la ropa y ponernos a coger hasta que nos ganara el sueño.

Cuando entramos, me di cuenta de que sobre la mesa, había dejado el libro que Thomas acababa de regalarme. Iván lo tomó para hojearlo y se encontró pronto con la dedicatoria:

“Con cariño para Lulú, Thomas”

-¿Quién es Lulú?- Preguntó Iván

-Nadie- respondí nerviosa -Una amiga- Le quité el libro y me lo llevé a la cama para hacerle el amor. Nota: Debo ser más cuidadosa.

Hasta el jueves

Lulú Petite

 

 

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