"Él ya estaba allí" Por Lulú Petite

Al final del día estaba cansada. Sólo quería terminar en los brazos de Iván, mi novio. Cenar con él y acurrucarnos en mi cama a ver una película...

Lulú Petite
Viral 15/10/2013 05:18 Lulú Petite Actualizada 06:00
 

Querido Diario:

Esa tarde trabajé tres veces. Todos fueron buenos clientes, especialmente el conferencista, a quien hacía rato no veía. Con todo y la nostalgia que me provocó, fue bueno platicar con él. Al final del día estaba cansada. Sólo quería terminar en los brazos de Iván, mi novio. Cenar con él y acurrucarnos en mi cama a ver una película.

A decir verdad, después de atender las demandas pasionales de tres gentiles caballeros, sólo tenía ganas de recargar mi cabeza en el pecho de Iván y ver la tele. No me apetecía hacer el amor. Supongo que debe ser una de las desventajas de trabajar en lo que para los demás es diversión, hay noches en que lo último que quiero, con o sin amor, es ver un pito más.

Además, desde la conversación con el conferencista, seguía pensando en ti y, así nomás, como si mis pensamientos lo hubieran invocado, llamó tu hermano a mi número particular.

-Hola ¿Eres Lulú?

-Sí, soy yo ¿Quién habla?

-Soy César ¿Te acuerdas de mí? El hermano de Mat

Sentí escalofríos. Mi abuela siempre ha dicho que cuando piensas mucho a una persona la llamas con la mente. No quiero creer en esa clase de telepatía, pero muchas veces me han sorprendido tremendas coincidencias, como si de verdad sucediera. El caso es que si te llamé a ti con mis pensamientos, quien respondió fue tu carnal. Claro, si has llamado tú me da un infarto.

César quería verme, no me pareció buena idea ni sabía para qué, pero acepté. Me pareció raro que buscara tanto tiempo después, sobre todo, porque no imaginaba nada de lo que pudiéramos hablar. De todos modos, quedamos de comer al día siguiente.

La mañana fue tranquila. A eso de las once me llamó un cliente y quedamos de vernos a la una en el motel donde acostumbro trabajar. Era un hombre gordo, de piel muy blanca y la cabeza rapada. Bueno, no era exactamente gordo, más bien todo él era enorme como ahuehuete. Quiero decir que su gordura no era esférica, sino cilíndrica, grande parejo ¿me explico? Fuerte y amplio como un tinaco. Debo admitir que me puse nerviosa. Después de todo, yo soy pequeñita, tener relaciones con alguien que casi me triplica el peso tiene riesgos. Un mal movimiento o un poco de entusiasmo a la hora de hacerme el amor y puedo quedar como estampado de la sábana.

Afortunadamente todo salió bien, se portó lindo, incluso con cierta ternura que desentonaba con su apariencia de montaña. Me besó y acarició con delicadeza. Como si temiera romperme, me ayudó a quitarme la ropa y fue repartiendo besos cálidos en la piel que iba descubriendo.

Fue paciente. Cuando me desnudó me miró fijamente a los ojos. Tenía una mirada cálida, casi infantil. Me parecía insólito que un hombre, aparentemente capaz de pulverizar rocas con sus puños, tuviera una expresión tan dócil y compasiva. Abrió sus labios y lo besé.

Él estaba de pie, completamente encorvado para que mis labios alcanzaran los suyos. Entonces, me tomó de la cintura con ambas manos y me levantó del suelo para seguir besándome. Me cargó como si yo estuviera hecha de plumas y, con más misticismo que pasión, me llevó hasta la cama donde me depositó suavemente.

Entonces se quitó la ropa y se recostó boca arriba junto a mí. Cerró los ojos y dejó que, con mis artes y oficios, fuera yo quien le sacara la calentura. El sexo fue tranquilo. Él simplemente se dejó atender. Después del sexo oral lo cabalgué un rato y de pronto, endureciendo todo su cuerpo y haciendo un arco como queriéndomela clavar más profundamente, soltó un grito de placer estrepitoso.

Se vino copiosamente inundando el condón y gritando tan fuerte, que estaba segura de que sus gemidos podían ser el epicentro de una alerta sísmica.

Después charlamos. Cuando le pregunté a qué se dedicaba, pensé que me iba a decir que es guardaespaldas, jugador de futbol americano, luchador o algo parecido, pero resultó contador y, además, un fiel lector del Gráfico.

Una cosa llevó a la otra y terminamos platicando que esa misma tarde comería con el hermano de Mat. Me dijo que él siempre había pensado que Mat y yo terminaríamos juntos. Le confesé que yo también y cambiamos de tema. Hablamos de muchas cosas. Me la pasé bien con él. Cuando le di un beso para despedirme, me tomó cariñosamente de la mano y, clavándome en los ojos de nuevo esa mirada de niño me preguntó:

-¿No has pensado que te quiere ver porque le gustaste?

-¿Quién?

-Pues César, el hermano de Mat

Francamente no lo había pensado. De todos modos, preferí creer que estaba equivocado, era muy improbable que me hubiera citado para ligar, digo, nadie se fija en mujeres durante el funeral de su hermano y yo no andaba de ánimo para gustarle a nadie. Debía ser otra cosa.

Antes de ir a comer pasé a la escuela. Me había quedado de ver con David y entregarle unos documentos para nuestra titulación. De allí fui al restaurante donde quedé de ver a César. Cuando llegué, él ya estaba allí.

Un beso.

Lulú Petite

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