"Una promesa" Por Lulú Petite

Antes de ir a comer con César, el hermano de Mat, pasé a la escuela. Me había quedado de ver allí con David y entregarle unos documentos para nuestra titulación...

Lulú Petite
Viral 17/10/2013 05:25 Lulú Petite Actualizada 06:00
 

Querido Diario:

Antes de ir a comer con César, el hermano de Mat, pasé a la escuela. Me había quedado de ver allí con David y entregarle unos documentos para nuestra titulación.

Últimamente he trabajado mucho con David. A él lo conocí en la escuela. Primero fue un gran amigo, después se enamoró de mí y, un buen día, me agarró vulnerable o caliente, no sé, el caso es que le di las pompis. Comenzamos un noviazgo mitad tierno, mitad complicado, que terminó cuando descubrió mi doble vida. No cualquiera tiene el temperamento para saber que su novia cobra por sexo y sobrellevarlo bien.

Como estábamos en el mismo salón de clases, sobre las ruinas de nuestra relación poco a poco pudimos reconstruir nuestra amistad. Cuando terminó la escuela, encontramos en la titulación el pretexto perfecto para no perder contacto e iniciamos los trámites juntos. Creo que de nuevo la amistad pasa por un buen momento.

Le di unos papeles que él quedó de entregar en ventanilla y salí con prisa rumbo a mi compromiso vespertino. Cuando llegué, César ya estaba en el restaurante. Se veía bien. Traje negro, corbata roja, tiene un ligero parecido con Mat, pero un poco más joven y mucho más delgado. Se levantó cuando me vio llegar para ofrecerme una silla. Tiene un estilo anticuado, caballeroso, formal, no sé, cuando lo vi pensé que es lindo.

Me vino a la cabeza entonces el comentario que un cliente me había hecho esa tarde, cuando le conté que comería con el hermano de mi mejor amigo muerto -¿No has pensado que te quiere ver porque le gustaste?-

No podía ser eso, así que no quería ni pensar en cómo mandarlo al cuerno si me salía con algo tan inapropiado, igual estaba segura de que sería otra cosa. Era imposible lo otro, después de lo que vivimos.

Bueno, pero es que además no he dicho la historia completa. En su momento conté que César me habló y me dijo que Mat había muerto. Así nomás, como un telegrama sin el menor contexto. Eso no fue del todo cierto. Cuando Mat murió no estaba de ánimo para escribir detalles. Sigo sin estarlo, pero si puedo aclarar que la primera llamada que recibí de César fue para decirme que estaba en el hospital, grave, que debía ir a verlo.

Lo vi. Y me dijo palabras hermosas. Que no me rindiera, que trabajara, que luchara por mis sueños, que me quería mucho. Yo estaba muy enojada con él, no quería que se despidiera ni que me diera consejos. De hecho le prohibí terminantemente morirse, pero fue de esas pocas cosas en las que no pudo complacerme.

Estuve con él mientras los médicos lo permitieron. Luego la sala de espera, con la esperanza en un milagro y el corazón haciéndose chiquito, hasta que se acercó César y me dijo que su hermano había muerto. 

De frente, claro, no por teléfono. Se portó siempre amable y me trató como de la familia, nunca vi en él más que a un hombre apesadumbrado, triste. Consolando a mucha gente, incluyéndome. Por eso me parecía absurda la idea de que quisiera verme porque le hubiera gustado. No podría ser.

A principio la conversación fue atropellada y no iba para ningún lado. Pero como a mí no me gusta irme por las ramas le pregunté derecho, al chile, para qué me había pedido verlo.

-Para cumplir mi palabra- dijo con seriedad -después de hablar contigo Mat me llamó. Me hizo prometerle una y otra vez que cuidaría de ti. Entenderás que no estaba en condiciones de negarle nada, pero, a la verdad no sé qué relación tenían, adivino que él estaba enamorado de ti, pero no eran pareja. Lo que no sé, es cómo puedo cuidar de ti, no se ve que necesites ser cuidada, ni que algo te haga falta, pero no podía dejar de cumplir mi promesa, su encargo, así que me armé de valor y aquí estoy, poniéndome a tus órdenes.

Me pareció otro esos actos de ternura que Mat siempre tuvo conmigo. Le dije que no se preocupara, que estaba bien cuidada y que no necesitaba nada, simplemente extrañaba a mi amigo. Entonces comenzamos a hablar. Él me contó toda clase de historias de mi amigo, de su infancia, de su adolescencia, de su tiempo, yo le conté del maravilloso hombre que había conocido. No entré en detalles de mi vida, pero reímos mucho con la suya. Al final, quedamos de volver a hacerlo. No sé, salí verdaderamente contenta, había una vibra, algo que no sé explicar, como si en esa mesa hubiera estado sentado un tercer invitado, como si hubiera estado Mat, allí de nuevo, cenando y riendo con nosotros. Lo disfruté y, bueno, tendré que dejar que César "cuide de mí".

Un beso. 

Lulú Petite

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