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Jorge Mario Bergoglio se convirtió en el Papa Francisco el 13 de marzo de 2013, el sucesor número 266 de San Pedro tras la renuncia de Benedicto XVI. Su elección marcó un hito en la historia de la Iglesia católica por ser el primer papa jesuita y el primer pontífice proveniente de América.
Al asumir el pontificado, eligió el nombre de "Francisco" en referencia a Francisco de Asís, reconocido por su dedicación a los pobres y su vida de austera.
El inicio del pontificado de Francisco se caracterizó por gestos que indicaban un cambio en el estilo papal.
Rechazó instalarse en los departamentos papales del Vaticano, optando por vivir en la residencia comunitaria de Santa Marta. Esta decisión reflejaba su visión de una Iglesia cercana a las personas. Durante los primeros meses como pontífice, también mantuvo su costumbre de transportarse en vehículos modestos, incluyendo un Renault 4 modelo 1984 que utiliza para desplazarse dentro del Vaticano.
El 8 de julio de 2013 realizó una visita a Lampedusa, Italia, punto de entrada de migrantes africanos a Europa, donde denunció "la globalización de la indiferencia". Este viaje marcó el inicio de su enfoque hacia las periferias y los marginados, que ha mantenido hasta la fecha, al defender a los migrantes que buscan entrar a Estados Unidos a través de México.
Tres días después, el 11 de julio de 2013, Francisco impulsó la reforma del código penal del Vaticano con el objetivo de combatir la pedofilia y la corrupción en la Iglesia, estableciendo desde el inicio una línea contra estos problemas institucionales que nunca ha minimizado.
El estilo de Francisco como líder de la Iglesia católica se ha manifestado a través de diversas acciones concretas. Vive con el ejemplo de austeridad que predica, rechazando privilegios asociados al papado. La mañana previa a su elección como Papa, abandonó el hotel donde se hospedaba y pagó su propia cuenta, gesto que anticipa su manera de conducirse.
Francisco combina en sus discursos un lenguaje cercano con metáforas, ejemplos e historias para explicar conceptos complejos. Utiliza frases como: "confiad en la memoria de Dios: su memoria no es un disco duro que salva y archiva todos nuestros datos, sino un corazón lleno de tierna compasión". Esta forma de comunicación busca hacer accesibles las verdades de la fe.
Sus referencias a su abuela Rosa aparecen con frecuencia en sus mensajes, mencionándola como la persona que le enseñó a rezar y transmitió valores fundamentales a través de historias de santos y consejos prácticos.
Antes de convertirse en Papa, Jorge Bergoglio tuvo experiencias formativas que influyeron en su visión. Trabajó en un laboratorio bajo la dirección de Esther Balestrino de Careaga, una paraguaya simpatizante del comunismo a quien valoraba por haberle enseñado "la seriedad del trabajo". Esta mujer, posteriormente durante la dictadura argentina, fue secuestrada y asesinada.
Su vocación religiosa surgió cuando tenía aproximadamente 17 años, un 21 de septiembre, día en que los estudiantes argentinos celebran su día. Planificaba salir a festejar con sus compañeros pero decidió visitar primero su parroquia, donde un encuentro inesperado con un sacerdote y una confesión transformaron su vida. Ha descrito esta experiencia como "la sorpresa, el estupor de un encuentro" con alguien que lo esperaba.
El pontificado de Francisco ha estado marcado por gestos, declaraciones y acciones que revelan su visión de la Iglesia en el mundo contemporáneo.
“Se trata de una papa sui géneris: un papa que estando asentado en el suelo, es decir, conociendo lo que pasa en el mundo, a nivel de destrucción de la ecología, de todas las situaciones graves que hay en las guerras, la migración, el armamentismo, él no deja de participar en esos temas, pero no deja de mirar el cielo”, comentó hace unos días Bernardo Barranco, embajador de México en el Vaticano. “Es un papa que combina la espiritualidad con el ejercicio politico, eso lo hace sui géneris”.
A través de su día a día, el jesuita argentino ha buscado implementar cambios en la institución milenaria que dirige. Su enfoque de misericordia, la ecología, los migrantes y las periferias, junto con su estilo de comunicación y su disposición a abordar crisis internas, incluida las de su estado físico, definen un pontificado que llega a 12 años de vida con un protagonista débil por sus malestares de salud, pero fuerte por su convicción humilde de siervo de Cristo.
El pontificado del Papa Francisco ha estado caracterizado por un impulso reformista que busca transformar diversos aspectos de la Iglesia Católica para responder a los desafíos contemporáneos.
Una de las más trascedentes es la reforma penal que se distingue por ampliar la definición de abuso sexual, reconociendo explícitamente que tanto niños como adultos pueden ser víctimas de sacerdotes y laicos en posiciones de poder.
Los delitos sexuales son ahora considerados por las leyes del Vaticano como "delitos contra la vida, la dignidad y la libertad del hombre".
Según explica el propio Francisco en la constitución apostólica 'Pascite gregem dei', la reforma "responde a las exigencias de la legalidad penal y ofrece a los ordinarios y a los jueces criterios objetivos a la hora de individuar la sanción más adecuada para aplicar en cada caso concreto".
Un elemento importante de esta reforma es la reducción del margen discrecional que tenían los obispos y superiores generales para decidir si aplicaban o no penas canónicas. El Papa justifica este cambio afirmando que "no puede haber misericordia sin corrección".
A pesar de sus malestares, el trabajo reformista de Francisco continúa en desarrollo, con procesos como el Sínodo de los Obispos que siguen elaborando propuestas sobre temas como el papel de la mujer y las cuestiones de género e igualdad.