Lulú Petite y sus mejores relatos en 2015
Hacemos un recuento de sus mejores experiencias en la cama
Lulú Petite (Foto: El Gráfico)
Lulú Petite desborda pasión semana a semana por medio de sus extraordinarios relatos, mismos que han hecho que los hombres sean adictos a sus historias.
En El Gráfico te traemos el recuento de las mejores vivencias que Lulú ha tenido entre las sábanas y la cama.
1.- TENÍA UN GARROTOTOTE GRUESO
Neta era de esos que si me agarran de buenas y en la pachanga, soy capaz de acompañarlo al cinco letras de a gratis, nomás por puro gusto.
Entré e hicimos las presentaciones de rigor. Sin más, no perdimos más tiempo y comenzamos a desnudarnos. Su pecho estaba coronado por vellitos rizados y dorados. Su piel era muy suave y olía muy fresco.
—Qué guapa eres —dijo con su acento franchute, que me derretía.
Le bajé el calzón sin más preámbulos. Oh là là. Tenía un garrotote grueso. Me agarró con fiereza por la cadera y me estampó contra la cama. Yo abrí bien las piernas, pero aun así me quitaba el aire con sus arremetidas de corsario.
Aquí el relato completo http://bit.ly/1S7Oigh
2.- ¿POR QUÉ LOS HOMBRES CONTRATAN PROSTITUTAS?
Muchos piensan que los hombres contratan putas para cumplirse un capricho. ¿A quién no le gusta hacer el amor con una mujer muy guapa? Es simplemente eso: calentura y oportunidad. La chica está allí, él tiene con qué, ella tiene por dónde ¿por qué no?
Satisfechos los instintos, el cliente paga y no tiene que preocuparse por los sentimientos de la chica. Ella está pagada, así que no esperará que la llamen, le lleven flores o la inviten al cine. Por el contrario. Si te vi, ni te conozco.
Mi opinión es que la gran mayoría de los hombres nos contrata simplemente porque quieren coger, sin más filosofías ni explicaciones. Sexo casual y discreto. Hacer la travesura y que nadie sepa. Punto.
Aquí la historia completa http://bit.ly/22x9AKX
3.- EL INSTRUCTOR DE YOGA
Joel me esperaba ansioso en la habitación y yo, con la calentura de mi fantasía con el profe de yoga atravesada en la cabeza, todavía venía tan cachonda que moría de ganas de ser cogida.
Apenas cerró la puerta de la habitación, Joel se me lanzó encima y comenzó a besarme. Nos besamos como dos morritos apasionados, me agarró las nalgas y me montó en el tocador de la recámara.
A mitad del beso, me levantó el vestido, me quitó los calzones, se puso el condón que le di y, acercándose a mi oído, me advirtió: Déjate llevar que lo vas disfrutar.
Estaba tan caliente que apenas me la metió tuve un primer orgasmo fulminante. Después vinieron más. Salí muy satisfecha y bien pagada. Me despedí de Joel y llamé el elevador.
Aquí el relato completo http://bit.ly/1TonV6i
4.- A EL HIJO DEL SANTO
Metrópolis tiene a ‘Superman’. Ciudad Gótica a ‘Batman’. A Nueva York, supuestamente lo cuida ‘Spiderman’. México tiene al ‘Santo’. La diferencia entre Nueva York, Ciudad Gótica y Metrópolis es que ‘El ‘Santo’ sí existe.
Como lo mío, lo mío, son las artes del colchón. He de comenzar reafirmando mi teoría de que los mejores en la cama son quienes en su trabajo hacen esfuerzo físico. Los atletas, sobre todo. Las veces que he tenido amor con luchadores me han puesto unas cogidas legendarias. Saben lo que hacen y te dejan destartalada, pero satisfecha.
Así que, más allá de la leyenda y del deporte, sobre lo que siempre le entrevistan, metiéndome un poquito en el terreno de la intimidad y picardía del ídolo del ring, acá van cariñosas y abiertas, mis preguntas al ‘Hijo del Santo’:
¿Qué tlapehue, brebaje, elixir o afrodisiaco recomienda usted para antes de echarse un buen brinco?
Aquí la historia completa http://bit.ly/1JwVrEJ
5.- CÓMO GIME
Tocaba su pecho y abdomen y él me decía cosas al oído. Entonces, apreté las piernas y él gimió. No puedo ni siquiera explicar la naturaleza de ese sonido. Fue como una melodía celestial inyectando mis oídos. Lo enrollé con mis piernas y él acarició mis senos, mordisqueando mi cuello y oliendo mi cabello. Luego metió dos dedos en mi boca. Los chupé con ansias, apreciando su sabor.
De pronto alzó su pecho y me agarró con fuerza. Sin salirse de mí, me hizo ubicarme en horizontal sobre la cama. Él estaba de pie pero yo permanecía acostada. Podía verlo en pleno, su pecho esbelto, las venas de sus brazos. Entonces comenzó a tocar mi clítoris, con pericia. Dio en la clave. Quien ahora gemía era yo. Y pasó lo más extraño:
—Moría de ganas de oírte gemir —me dijo entonces casi al oído, con su voz seductora.
—¿Cómo? —gemí tratando de hablar.
—Siempre quise hacerte gemir. Desde que la primera vez que te leí, quise hacerte gemir en mis brazos.
Aquí la historia completa http://bit.ly/1kdTcxF
6.- PERRITO
Él tenía la mitad de mi pie derecho metida en su boca mientras se restregaba el izquierdo contra su pene, que se iba haciendo más grande, gordo y duro entre mis dedos. Estaba ultracachondo. Succionaba con fuerza y hacía el ruido que hace un hambriento desesperado comiendo un plato de espaguetis.
En un arranque repentino, se levantó y se puso el condón.
—Ponte a cuatro patitas para mí —me pidió con ojos de lobo.
Me ubiqué en una esquina del colchón, con mi retaguardia a la altura de su tren delantero. Abrí un poquito más las piernas y él me agarró bien por la cadera. Me jaló hacia él y empujé hacia atrás para que todo encajara en su lugar. Sentía su respiración en mi nuca. No sé si gemía o gruñía. Se movía atrás y adelante, oliéndome el cabello y lamiéndome el cuello. Mis nalgas rebotaban en su abdomen y mis senos se mecían al ritmo que él imponía.
Aquí la historia completa http://bit.ly/22xwAcJ
7.- CON LOS TACONES PUESTOS
—Déjate los tacones—me dijo —quítate todo lo demás e inclínate contra la pared.
—Tócate —mandó él.
Estiré y me toqué. Rocé los labios de mi vagina y se la ofrecí abierta como una flor en verano. Hundí los dedos hasta la última falange. Con la otra mano trataba de sostenerme. Escuché sus pasos sigilosos y altaneros. Miré hacia atrás entre mis piernas y vi las puntas de sus zapatos. Recostó su ingle en mis nalgas y sentí la dureza de su sexo. Lo restregó en mí con diligencia, haciéndolo encajar en los pliegos de ropa que nos separaban.
—¿Estás lista?
—Sí —dije gimiendo.
—Tócate —mandó él.
Estiré y me toqué. Rocé los labios de mi vagina y se la ofrecí abierta como una flor en verano. Hundí los dedos hasta la última falange. Con la otra mano trataba de sostenerme. Escuché sus pasos sigilosos y altaneros. Miré hacia atrás entre mis piernas y vi las puntas de sus zapatos. Recostó su ingle en mis nalgas y sentí la dureza de su sexo. Lo restregó en mí con diligencia, haciéndolo encajar en los pliegos de ropa que nos separaban.
Aquí l ahistoria completa http://bit.ly/1R70Sha
Y como siempre, nunca puede faltar el pilón, la historia de don Germán, un taxista.
8.- HISTORIAS DE TAXI
Don Germán me agarró por la cintura y me apretó suavemente con sus dedos gorditos. Luego comenzó a restregar su cuerpo contra el mío y a olerme el cabello. Despojó las hebras que caían sobre mis hombros y me besó en el cuello. Su bigote me hizo cosquillas y me agité excitada.
Empalmado como estaba, duro y en firme ángulo, se colocó encima de mí. Levanté las rodillas y apoyé los talones en su pecho. Me penetró en cámara lenta, primero para tantear. Yo me agarré a la sábana a medida que iba hundiendo el acelerador. Cerré los ojos y me dejé llevar.
Aquí la historia completa http://bit.ly/1ICluNa