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Y aunque la identidad del joven ejecutado no ha sido revelada, pero se sabe que había escuchado más de 70 canciones y visto películas de Corea del Sur, lo cual fue suficiente para que las autoridades lo tildaran de traidor y ordenaran su ejecución.
Y es que en el año 2020, el Congreso de Corea del Norte aprobó una nueva ley que prohíbe la difusión de material considerado de "ideologías y culturas reaccionarias".
Esta ley es parte del esfuerzo del régimen de Kim Jong-un por censurar cualquier influencia extranjera, especialmente de Corea del Sur y Occidente. Desde que asumió el poder en 2011, Kim Jong-un ha intensificado las medidas para prohibir contenidos que puedan desestabilizar su control sobre la población.
Una de las desertoras, una mujer de unos 20 años, dijo que "la velocidad con la que la cultura surcoreana influye en Corea del Norte es muy rápida. Los jóvenes siguen y copian la cultura surcoreana, y realmente aman todo lo surcoreano".
“Después de ver dramas coreanos, muchos jóvenes se preguntan: '¿Por qué tenemos que vivir así?' …Pensé que preferiría morir antes que vivir en Corea del Norte”, dijo según The Guardian. “Por supuesto, no podemos decir nada malo contra Kim Jong-un públicamente, pero entre amigos cercanos, amantes o familiares, sí decimos esas palabras”, añadió.
Todas las prohibiciones impuestas por Kim Jong-un tienen como objetivo reafirmar el poder de Corea del Norte sobre otras soberanías internacionales. El K-pop, en particular, se ve como una amenaza significativa para la moral e ideología de la población norcoreana, por lo que su reproducción está prohibida en todo el territorio.