En el corazón de Dinamarca, un equipo de herreros ayuda a reconstruir un barco vikingo para descifrar los milenarios secretos de navegación de estos guerreros nórdicos.

Un equipo de la Escuela Nacional de Herrería del Reino Unido trabaja en el “Skuldelev 5”, un buque de guerra de 17 metros de eslora cuyos vestigios se exhiben en el Museo de Roskilde.

“Exploramos lo más posible las técnicas utilizadas entonces”, explica el profesor Rowan Taylor, al tiempo que algunos de sus estudiantes labran el hierro del ancla.

El navío era parte de una flota de guerra. Fue encontrado junto con otras tres embarcaciones en el golfo de Roskilde en 1962, casi mil años después de haber naufragado cuando intentaba proteger la entrada de la ciudad de invasores.

La mitad de su casco hecho de roble sobrevivió, pero su ancla no corrió con la misma suerte, por lo que debe ser reconstruida con base en otra de la misma época.

El modelo mide 1.26 metros de largo por 0.83 metros de ancho y está conectada con el casco con una cadena de 11 metros de largo.

Una vez terminada, la nueva ancla será integrada a una versión reconstituida del “Skuldelev 5”, que se preveé debería estar lista en 2028.

Según los especialistas, este proceso de reconstrucción permite adquirir una mejor comprensión de cómo se comercializaba y vivía en esa época. Más precisamente, reconstruir un barco vikingo ayuda por ejemplo a evaluar a la velocidad a la que iban estas embarcaciones.

“Podemos descubrir qué edad tienen, con qué material fueron hechos, dónde fueron construidos (...), pero no se tiene ninguna idea de cómo funcionaban en realidad. Y es eso lo que nos interesa descubrir”, asegura Taylor.

Entre los siglos IX y XI, los guerreros nórdicos navegaron a través de Europa y América del Norte, saqueando, pero también realizando expediciones comerciales.

Sin duda, según los especialistas, los barcos son el verdadero motor de toda esta expansión en la era vikinga y llevaron a Escandinavia a la escena política europea de la época.

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