SEMANA DEL TERROR, DÍA 3
La Planchada, la enfermera fantasma que se aparece en el Hospital Juárez de CDMX
(Foto: Redes Sociales)
No hay datos exactos, sólo relatos de pacientes que no se conocen entre ellos, pero que coinciden en la existencia de esa misteriosa enfermera, exageradamente hermosa, de apariencia impecable, bondadosa como bendición de la vida, y en realidad, un alma en pena que deja escapar su tristeza a través de sus ojos claros.
La leyenda nació en los pasillos del Hospital Juárez de México, el cual abrió sus puertas un 23 de agosto del año de 1847 con el propósito de atender a los soldados heridos por la invasión norteamericana.
Eran tiempos difíciles. Inicialmente se llamó Hospital San Pablo, pues fue construido en el entonces claustro del Colegio de San Pablo, en el centro de la Ciudad de México.
Ahí llegaban los combatientes por montones, pero el personal del nosocomio no se daba abasto. Incluso doctores y doctoras, enfermeros y enfermeras, doblaban turno, por lo que el trabajo era extenuante; de hecho no era extraño ver a muchos de ellos rendirse ante el cansancio, reponerse por un pequeño rato.
Así pasaron dos años, cuando la historia de Eulalia empezó a divulgarse entre ellos de boca en boca, desatando una incertidumbre súbita encaminada a un rumor tenebroso.
Su uniforme blanco, perfectamente almidonado y planchado de forma impecable se hizo famoso de rincón a rincón. No hay datos exactos, solo relatos de pacientes que no se conocían entre ellos, pero que coinciden en la existencia de esa misteriosa enfermera delgada y de tez blanca, que les daba sus medicamentos y hacía curaciones cuando nadie la veía.
Una especie de ángel guardián de los enfermos. Una mujer a quien por su aspecto se le empezó a llamar como "La Planchada".
Hubo alguien quien investigó más allá. Descubrió que tiempo atrás había trabajado una enfermera de nombre Eulalia en ese mismo hospital, que murió tras haber estado enferma por varios meses.
Eulalia… una mujer noble y dedicada, que en vida terminó intensamente enamorada de un apuesto médico pasante, con fama de mujeriego.
Cegada por el amor, hacía a un lado los comentarios de sus compañeros, hasta que un día, su novio le dijo que tenía que partir a un seminario, durante dos semanas.
Antes de irse y por alguna extraña razón, él le pidió matrimonio y selló con un beso un encuentro que jamás volvería a suceder. Pasaron más de 15 días y Sebastián no volvía.
Eulalia aún esperanzada aguardaba su llegada pero la realidad es que terminó desesperada. Su preocupación fue tanta que empezó a ser descuidada, tanto en su trabajo como en su aspecto físico.
Pasaron las semanas, estaba tan afectada que una de sus colegas tuvo que decirle la verdad: su prometido no había ido a un seminario, sino a su boda y posterior luna de miel, con otra mujer que incluso estaba embarazada.
Eulalia casi quedó traumada. Malhumorada, desaliñada y traicionada, empezó a cometer errores hasta convertirse en la enfermera que registraba más muertes de pacientes.
Pasaron muchos meses antes de que enfermara repentinamente y eso la obligara a retirarse de la profesión. A pesar de la gravedad, su muerte llegó de manera lenta.
Cuenta la leyenda que falleció arrepentida por haber sido responsable de la muerte de muchos inocentes, y que por eso nunca pudo descansar en paz.
Para pagar su pena, debió quedarse en el Hospital Juárez incluso cuando fue reubicado al norte de la Ciudad de México tras venirse abajo en el sismo de 1985.
Existe una versión que narra que las muertes de sus pacientes cuando estaba viva fueron provocadas por ella misma, en vengaza de su desamor, para que los demás sintieran lo que es quedarse sin su ser amado, de un día para otro.