SIEMPRE HUBO CUATRO
La trágica historia del cuarto Rey Mago que casi nadie conoce: Artabán
Artabán era un rey que gobernaba en el monte Ushita, fue un hombre blanco con una gran barba y de ojos sinceros, quien se distinguía por ser una persona con una gran nobleza
(Foto: Archivo, El Gráfico)
Los niños de todo el mundo esperan con ansias el 6 de enero, día en que los Reyes Magos entregarán regalos, como Santa Claus, a todos los niños que han sido buenos con sus padres y seres queridos.
La tradición dice que fueron Melchor, Gaspar y Baltazar, quienes llegaron a un humilde pesebre para presenciar el nacimiento del Niño Dios, sin embargo, pocos conocen que en realidad hubo un cuarto Rey Mago, llamado Artabán, quien no pudo llegar a su destino por diferentes circunstancias.
Artabán era un rey que gobernaba en el monte Ushita, fue un hombre blanco con una gran barba y de ojos sinceros, quien se distinguía por ser una persona con una gran nobleza.
Mediante un oráculo, Artabán podía presagiar los futuros acontecimientos que cambiarían al mundo, y cuando vaticinó la llegada del mesías en sus aposentos, en poco tiempo le llegaría una carta de sus compañeros Melchor, Gaspar y Baltazar, en donde lo invitaban a participar en un largo viaje hacía Judea para ver el nacimiento de Jesucristo y poder llevarle regalos. La travesía iniciaría desde la antigua ciudad mesopotámica de Borsippa, por lo que tenía que partir de inmediato para llegar a tiempo y reunirse con sus compañeros de viaje.
Antes de partir, el cuarto rey mago seleccionó cuidadosamente las ofrendas que le otorgaría al Niño Dios: un diamante, un rubí y un jade.
Después de algunos días de viaje galopando su fiel caballo, Artabán por fin llegó a las afueras de Borsippa, y cuando se dirigía a la entrada de la ciudad, de repente se topó con un comerciante muy mal herido, quien le dijo que unos rufianes lo habían atacado para llevarse todas sus pertenencias y dejarlo así en la miseria, ante su relato el cuarto Rey Mago se compadeció y sin pensarlo dos veces, le entregó el diamante que llevaba consigo.
Debido al encuentro con el comerciante, Artabán no pudo llegar a tiempo con sus compañeros reyes para emprender el viaje hacía Belén, pero éstos le dejaron una nota en un poste, donde le decían qué camino debía tomar por el desierto para, ahora sí, llegar a tiempo al nacimiento de Jesús.
Desafortunadamente Artabán inició de nuevo su travesía sin darle descanso a su caballo, lo que ocasionó que su compañero muriera de cansancio por el abrazador sol del desierto, dejándolo solo en su camino.
Cansado, sucio, sediente y con su ropa hecha jirones, el cuarto Rey Mago llega a Belén, pero no tiene ninguna noticia de sus compañeros, lo que si alcanza a observar es la masacre que el ejército del rey Herodes está cometiendo, quienes tienen la encomienda de asesinar a todos los infantes de 2 años.
Cuando Artabán presencia que un militar está a punto de quitarle la vida a un bebé, este rápidamente le ofrece al soldado el rubí que traía, a cambio de la vida del niño, desafortunadamente un capitán del ejército romano presenció el acto y de inmediato ordenó el encarcelamiento del rey de Ushita por 30 años.
Después de tres largas décadas, ya muy viejo, enfermo y casi ciego, Artabán sale de prisión con los ánimos por los suelos y el corazón lleno de tristeza. Caminando por las calles, y por el alboroto de la muchedumbre, se da cuenta que los romanos están por crucificar a un hombre quien dice ser el Mesías. Sin darle mucha importancia a lo que estaba sucediendo, el cuarto Rey Mago continúa vagando por las calles, pero su atención es atraída por una subasta que se está realizando en una plaza.
Artabán se da cuenta que una joven mujer está a punto de ser vendida por su padre, para así poder saldar una vieja deuda con un rico comerciante, pero nuevamente Artabán se apiada y este ofrece el jade que le quedaba, a cambio de la libertad de la chica, es así como se queda en la miseria.
Ante el gran gesto, la joven besa las manos y los ojos del pobre Rey Mago, y en ese momento un terremoto sacude la ciudad, el cual provoca que el suelo se abra y Artabán sea tragado por la tierra. Por la fuerte caída que recibió, el Rey Mago está a punto de morir, pero antes de que esto ocurra, pide disculpas por no poder haber realizado su cometido con éxito, en ese momento, una voz le habla y le dice: “lo que hiciste por mis hermanos, lo has hecho por mí”, y así fallece en los brazos de Dios.