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Gritando de dolor y sin poder caminar, su familia y un vecino corrieron al campo para intentar ayudarla, pero no pudieron hacer mucho. Un vecino la llevó a un centro de salud local, donde un médico que la atendió inmediatamente llamó a una ambulancia para llevarla a un hospital mejor equipado.
Pese a lo grave del incidente la varilla esquivó milagrosamente sus vasos sanguíneos y órganos, según un informe médico posterior sobre su caso.
“Tenía mucho miedo cuando me dijeron que necesitaba una cirugía mayor inmediata para quitarme esa varilla y me dijeron que podría tener una estoma (una abertura en el abdomen que permite que los desechos salgan del cuerpo.) Me quedé muy sorprendida y perturbada cuando me dijeron que mis heces saldrían por el estómago. Aunque me explicaron que sería algo temporal para salvarme la vida y me hicieron comprender que la operación era necesaria", dijo la mujer.
La sometieron a una cirugía de dos horas para quitarle la varilla deslizándola a través del recto y reparar la perforación allí. Después del procedimiento, tuvo náuseas y dolor abdominal y no podía caminar. Pero después de unos días recuperó la movilidad y el dolor desapareció. En total, su recuperación duró unos 10 días y pudo irse a casa con relativamente buena salud.
El ejemplo más notable de empalamiento en la historia fue el del cruel Vlad III, príncipe de Valaquia (actual Rumania), que intentó consolidar su poder reuniendo a cientos de nobles en un banquete.
Pero se convirtió en un asunto intensamente sangriento, ya que los asistentes fueron apuñalados y sus cuerpos aún vivos empalados. Se ganó el apodo de Vlad el Empalador, cuyo verdadero apellido era Dracul (hijo del dragón). Inspiró al escritor Bram Stoker a escribir su novela Drácula en 1897.