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En el hospital, la sometieron a exámenes, rayos X y un hisopado ‘de protocolo’ porque era evidente su condición. Sus pulmones estaban a punto de colapsar, tenía una hemorragia y una neumonía avanzada. Quedó internada tres semanas, viviendo en carne propia y siendo testigo de la dureza del covid-19 con otros pacientes que lloraban y gritaban como si se tratase de “un pabellón psiquiátrico”.
Al cumplir los 20 días, bajo tratamiento con antibióticos y con una bala de oxígeno, le ordenaron la salida, no para ir a su apartamento, sino a un sitio especial: el Hotel Michelangelo, de 17 pisos y 200 habitaciones adecuadas exclusivamente para aislar a los enfermos.
En los primeros cuatro meses de contagio, las consecuencias del virus se empezaron a notar: se le caía el cabello, sentía un cansancio extremo que le impedía levantarse y caminar con facilidad y sudaba mucho con actividades que generalmente no requerirían de mayor esfuerzo.
Sin embargo, los cambios en su salud se han mantenido, puesto que padece de un covid prolongado, que ha superado los tres años de permanecer en su cuerpo: “Ya no soy yo, ya no soy la misma. Era una persona hiperactiva, llena de energía, pero esto demuele”, menciona la mujer.
Además, indicó que actualmente padece una discapacidad, una enfermedad crónica que también es degenerativa. Su vida laboral se ha visto afectada por la incapacidad que tiene para trabajar. Según explicó, necesita que se le reconozca una invalidez civil y también una indemnización por accidente laboral.
A lo largo de estos años, sin trabajo, la bogotana vivió de un subsidio gubernamental en Italia, el cual le fue retirado a mediados de 2023. Como los ahorros se esfumaron, ha debido recolectar fondos y acudir a la ayuda de sus amigos y familiares para tener con qué comer.
¿Por qué no se devuelve a Colombia? Es una de las preguntas que algunos le formulan. “¿Ir a pesar en la economía de un pensionado, que es mi padre, y mi mamá, una ama de casa, para no desacomodar a una multinacional que jugó con mi vida?”, responde, con dos metas claras en su cabeza: lograr que le reconozcan invalidez civil y una indemnización por accidente laboral que, por dificultades con los sindicatos, trámites y falta de recursos para pagar un abogado y demandar, manifiesta que no ha podido concretar.
“Estoy en una condición de discapacidad, de una enfermedad crónica y degenerativa, por lo que necesito estar cerca de la investigación en Europa”, agregó.