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Pero para determinar qué opción es mejor para el medio ambiente, la consultora canadiense Ellipsos calculó la huella ambiental de los árboles de Navidad reales y falsos durante todo su ciclo de vida, desde la producción hasta su retiro y eliminación.

La empresa concluyó que habría que reutilizar un árbol artificial 20 navidades para que fuera un producto más ecológico que los árboles recién cortados, principalmente debido a los productos químicos utilizados durante la fabricación y las emisiones contaminantes del trayecto de distribución.
Talar árboles de Navidad naturales en realidad no es tan malo, dice en una entrevista con la revista New Scientist Peter Kanowski, ecólogo de la Universidad Nacional de Australia, porque se siembran y cultivan intencionalmente cada año, en un proceso que también ayuda a mitigar el cambio climático al absorber dióxido de carbono del aire.
Para que el árbol natural sea aún más verde, Kanowski recomienda obtenerlo de un plantío lo más cercano posible para reducir las emisiones en el transporte, o incluso cultivar uno propio y mantenerlo en una maceta durante todo el año.
Una vez que la temporada navideña termine, lo mejor es no tirar el árbol a la basura así nomás, porque en contacto con otros desechos liberará metano, potente gas de efecto invernadero, a medida que se pudre.
Lo mejor es recoger su árbol y convertirlo en composta para luego devolverlo al suelo y alimentar otra vida vegetal.