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Padecer cáncer es sinónimo de muchas cosas: desesperanza, incertidumbre y temor a perder el empleo debido a las ausencias por tratamiento. Sin embargo, este panorama está cambiando gracias al avance de la ciencia y la biotecnología, que ofrecen mayores esperanzas de vida y tratamientos menos agresivos y prolongados.
Especialistas aseguran que el cáncer representa una creciente amenaza para la salud global. Se estima que para 2045 habrá más de 32 millones de nuevos casos, lo que supone un aumento del 63% con respecto a los 20 millones de casos estimados en 2022 a nivel mundial.
En el mundo, el cáncer de mama destaca por su alta incidencia y mortalidad. Es el segundo tipo de cáncer con mayor prevalencia y se estima que para 2045 los casos nuevos superarán los 3 millones. En México, ocupa el primer lugar en incidencia, con 31,043 casos nuevos anuales, y es el segundo tipo con mayor número de muertes asociadas, con 8,195 defunciones al año.
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Además de la mortalidad, el cáncer afecta la calidad de vida de los pacientes, quienes requieren largos periodos de tratamiento. El cáncer de mama se divide en varios subtipos, lo que representa un reto para su diagnóstico y tratamiento, ya que cada subtipo debe abordarse de manera específica. El tratamiento de cada paciente es evaluado por un equipo de especialistas médicos.
Hoy, la oncología ha evolucionado con el descubrimiento de que ciertos genes en nuestras propias células pueden provocar cáncer, un hallazgo que marcó un antes y un después en la comprensión de la enfermedad. Las terapias innovadoras han revolucionado su manejo y mejorado significativamente los resultados clínicos de las pacientes. Sin embargo, también es fundamental considerar la evolución de distintos esquemas de aplicación en beneficio de los pacientes.
Un claro ejemplo es Phesgo, que combina trastuzumab y pertuzumab, y se usa para el tratamiento de este subtipo de cáncer en etapas tempranas y metastásicas. Al ser inyectable, representa un avance significativo, ya que reduce drásticamente el tiempo de administración de hasta 4 horas (intravenosa) a solo 8 minutos. Esto mejora la experiencia de la paciente, optimiza los recursos hospitalarios y facilita una mayor adherencia al tratamiento.
“Estos esquemas de aplicación permiten mayor flexibilidad para las pacientes y para los sistemas de salud, ya que pueden destinar el tiempo que antes empleaban en la aplicación intravenosa a retomar sus actividades personales. En el caso de los sistemas de salud, esto también permite un desahogo en la ocupación de espacios hospitalarios y una optimización del tiempo de los especialistas médicos”, señaló Maryet Pérez, directora médica de Roche México. El año pasado, Roche realizó 68 estudios clínicos, de los cuales 12 fueron específicos para cáncer de mama, con la inclusión de pacientes mexicanas en el desarrollo de estos estudios.