En uno de los vagones del Metro, una mujer embarazada comenta con su pareja que ella ya no se va a atender en el hospital de Pemex, que tendrá que ir al IMSS, según le informaron en la dependencia en la que labora. “¿Cómo, pues no que Pemex no se privatizaba?”, pregunta, alarmado, el muchacho. “Pues cuernos”, contesta ella, haciendo el ademán. “Así me lo dijo mi jefe”, añade. “No creo”, refuta él, “¿a poco nos engañaron?”.