En busca de vida en el universo
Yohanan Díaz
Hace pocos días se cumplía un nuevo hito en la carrera espacial: el lanzamiento del telescopio James Webb, el más potente creado por la humanidad hasta la fecha.
Ha sido la NASA la encargada de poner en órbita este objeto que, a partir de ahora, ayudará a los astrónomos a poder contemplar el espacio con mucha más calidad de imagen y observando rincones del universo hasta ahora inaccesibles.
La Guayana Francesa fue el lugar elegido para lanzar el cohete Ariane 5, el encargado de transportar el citado telescopio a millones de kilómetros del planeta Tierra.
Para que nos hagamos una idea de la importancia de este aparato, es cien veces más potente que el famoso telescopio Hubble, que lleva más de tres décadas en órbita.
Su nombre, James Webb, es un homenaje al James Webb que dirigió la NASA en los sesentas y el desarrollo de este telescopio ha sido el más caro de la historia: diez mil millones de dólares para un proyecto que comenzó a fraguarse en los noventas.
La misión de este telescopio está programada para funcionar durante unos diez años. Ha sido diseñada en colaboración por parte de la agencia espacial estadounidense, la europea y la canadiense.
Este telescopio es importante en cuanto a la búsqueda de vida en el universo porque podrá observar y estudiar con precisión miles de exoplanetas.
Entre los exoplanetas, que son planetas que orbitan alrededor de estrellas fuera de nuestro Sistema Solar, se han detectado algunos que podrían tener condiciones parecidas a las de la Tierra y que, por lo tanto, son candidatos para albergar vida extraterrestre.
Hasta ahora, los astrónomos solo han logrado detectarlos cuando pasan por delante de sus estrellas, porque producen variaciones en su luminosidad. Sin embargo, no han podido, con las herramientas actuales, determinar su densidad, composición atmosférica y lo que sucede en su superficie.
El telescopio espacial James Webb es tan importante porque va a desvelar esas incógnitas y gracias a él vamos a averiguar si, realmente, hay algún rastro de vida en estos planetas.
El James Webb cuenta con el llamado Instrumento de Infrarrojos Medios (MIRI), equipado con una cámara y un espectrógrafo para detectar un tipo de emisión lumínica invisible al ojo humano.
Con esta tecnología, los científicos que forman parte de esta misión podrán saber con exactitud qué hay en la atmósfera de estos planetas; si hay, por ejemplo, vapor de agua, monóxido de carbono o metano, elementos importantes porque, de ser encontrados, podría significar que en ese exoplaneta hay vida.
A pesar de la importancia que supone la existencia del telescopio James Webb, en caso de que fuera capaz de detectar estos rastros de vida en la atmósfera de los exoplanetas, con sus capacidades estaría probablemente fuera de su alcance confirmar o refutar si realmente hay actividad biológica en ese enclave.
Entonces, el James Webb ayudará a despejar muchas incógnitas sobre nuestro universo, su origen, la materia oscura, los agujeros negros… pero también es posible que nos regale más dudas, más preguntas, sobre la cuestión de si estamos solos o no en el universo.
Para empezar, una de las misiones del telescopio será examinar el sistema planetario Trappist-1, que contiene siete planetas en una zona habitable y que podrían ser candidatos a responder esa inquietud que tiene el ser humano desde la noche de los tiempos: saber si la vida de forma extraterrestre se ha desarrollado en otros confines más allá de nuestro mundo y salir de dudas.