A veces te maldigo con la misma boca de besarte. Y a veces pasan por mi mente las metáforas de tu cabello alborotado, las postales de tu vientre desnudo.
Hay quienes se curan los adioses con canciones de José Alfredo, otros con rencor destilado en el Facebook. Y los más audaces se cauterizan con sobredosis de mezcal.
Cuando has crecido entre goteras y perros callejeros, asustado por los relámpagos o con tristeza porque tu madre sollozaba en las madrugadas, no puedes creer en imbéciles de telenovela ni confiar en superhéroes.