Seguramente usted recuerda que Andrés Manuel López Obrador, en sus tiempos como jefe de gobierno, convirtió sus conferencias matutinas en un púlpito desde el cual predicaba y descalificaba lo mismo a "los pirrurris" que al ex presidente Carlos Salinas y lo definía como el gran titiritero, el poder detrás del trono; lo convirtió en el villano favorito de los de abajo, el pueblo bueno, y terminó por bautizarlo como El Innombrable.