Silencio
en la cama, ruido en el callejón, un crujido en el alma y a lo lejos el
murmullo de un televisor. Luego empiezas a hablar a solas, con las preguntas de
siempre que nadie responderá. Sí, se ha hecho habitual, que de pronto y de la
nada te encuentras hablando solo.