La violencia contra las mujeres ha pegado en la línea de flotación del presidente López Obrador y le ha arrebatado la narrativa de la agenda nacional. El crimen contra la niña Fátima, de 7 años, fue ‘la gota que derramó el vaso’, en gran parte, por la falta de empatía y la respuesta oficial: culpar al neoliberalismo. Esto cuando el PRD y Morena han gobernado la capital desde 1997.

La actual clase política dominante arribó al poder en la ciudad con AMLO hace 20 años, en 2005 llegó como sustituto Alejandro Encinas, actual subsecretario de Gobernación. El hoy canciller Marcelo Ebrard fue parte del gabinete de AMLO y su sucesor en el Antiguo Palacio del Ayuntamiento; la actual jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum, fue secretaria del Medio Ambiente de 2000 a 2006 y delegada en Tlalpan entre 2015 y 2018; el senador Martí Batres, quien también culpó al neoliberalismo por el asesinato de Fátima fue secretario de Desarrollo Social con Marcelo Ebrard y ha dedicado gran parte de su vida política a trabajar desde el ámbito partidista, tanto en el PRD como en Morena. 

Por intangible, muchos asocian al neoliberalismo con El Chupacabras; así que no prendió la coartada para deslindar la pésima actuación del gobierno capitalino en el manejo del asesinato de Fátima. Entonces, se lanzaron contra la familia de la víctima desde el DIF local, reforzado con una cargada de Morena en el Senado con el senador Eduardo Ramírez Aguilar (ex del Verde), quien dijo: “En el tema de Fátima, es el descuido, la responsabilidad también de los padres, la responsabilidad de la institución, la responsabilidad de todos como mexicanos”.

El régimen se equivoca al desdeñar la seguridad de las mujeres mexicanas que, por cierto, representan el 52% del padrón electoral.

@LeoAgusto